sábado, 21 de mayo de 2016

DIA DE LA MUJER 8 DE MARZO DE 2016






LA MISION DE LA MUJER





En este mes de Mayo, conviene reflexionar sobre la misión de la mujer en nuestra sociedad, reconociendo el valor que ella tiene en los diversos ámbitos de la vida humana. Para ello, conviene recordar El mensaje que dirigió el Papa Juan pablo II a todas las mujeres en su carta apostólica sobre la dignidad de la mujer, firmada el 29 de Junio de 1995, donde en nombre de todos da  gracias al Señor por la vocación y misión de la mujer en el mundo, que se convierte en un agradecimiento concreto y directo a cada una de ellas sin excepción y por lo que representan en la vida de la humanidad.

La misión de la mujer no termina en la vida familiar y pública. En la Sagrada escritura se presenta a la mujer como un ser humano creado por Dios, con un propósito, con una personalidad, con necesidades, impulsos y deseos, con la capacidad de ir siempre más allá de ella misma, con cualidades morales y espirituales y con valores incalculables. La Sagrada Escritura expresa: “Creo Dios pues al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios la creó, macho y hembra los creó” (Ge 1,27). La mujer fue creada por el Señor para ser complemento del hombre, por ende, entre los dos forman una comunión ya que ambos como criaturas de Dios poseen los mismos derechos, deberes y obligaciones. Por ello el autor Sagrado afirma: “No es bueno que el hombre este solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada” (Gn 2,1).

El Papa Juan Pablo II expresa: “cómo la semejanza entre hombre y mujer se da como cualidad de ser personal de ambos y al mismo tiempo como una llamada y tarea. Desde el libro del Génesis se plantea de qué forma el amor exige comunión e intercambio personal, requiriendo que haya siempre un “yo” y un “tu”. Dios es uno y trino, pero no es solitario y en Él coexisten unidad y distinción, por eso el hombre y la mujer, como pareja, son imagen de Dios, son una sola carne, una sola alma, aun en la diversidad de sexo y personalidad.

En el Antiguo Testamento, lejos de creer que la mujer es discriminada, la eleva y protege contra las vejaciones habituales en Países vecinos. La esposa Hebrea era respetada y valorada (cf. Pr 31,10; 28-30) La culpa de que los Israelitas no siguieran las leyes de Yahvé, y a veces denigrara a la mujer, la tenían ellos, no Dios (cf. Dt 32,5).

En el nuevo Testamento, Jesús aclara muy bien que vino a salvar a todos, y en cuanto a la mujer, la trató siempre con respeto y dignidad, valorando la riqueza espiritual que ella trae consigo en orden a la educación humana y moral de sus hijos y a la formación de un hogar.

Algunas de las cualidades de la mujer, según el evangelio son las siguientes:
Son trabajadoras (cf. Lc 13,29-21), afectivas y comunicativas (cf. Lc 15,8-10), insistentes (cf. Lc 18, 1-18), esposas previsoras (cf. Mt 25,1-13), serviciales y generosas (cf. Lc 10,38-42, felices en el sacrificio (cf. Jn 16,21), sensibles (cf. Jn 12,1-8), y fieles en los momentos difíciles (cf Jn 19,25).Jesús las trata con sumo respeto, discreción, dignidad y sobriedad; les permite que le sigan de cerca, que le sirvan con sus bienes (Cf. Lc 8,1-13). De ellas busca su bien espiritual, su conversión; las corrige con amor u respeto, les premia su fe, su confianza y amor con milagros; acepta su amistad, las perdona cuando se arrepienten y las llama a ser testigos de su resurrección.
Frente a estas virtudes de Jesús, conviene reflexionar que ojala muchos de los hombres que maltratan, denigran y abusan de los derechos de las mujeres asumieran estas virtudes del Señor en sus vidas y tal como lo estipulan las cláusulas de la ONU sobre los derechos de la mujer se “establezca la protección jurídica de los derechos de la mujer sobre una base de igualdad con los hombres, garantizando la protección efectiva de la mujer contra todo acto de discriminación”.
María es sin duda, el más grande prototipo de lo que es la mujer en toda su esencia. En ella las mujeres podrán comprender mejor su dignidad y la grandeza de su misión. Maria constituye el modelo pleno de desarrollo de la vocación de la mujer al haber ejercido, a pesar del contexto machista de su época, una influencia en el destino de la humanidad y en la transformación de la sociedad cumpliendo su misión de ser Madre de Dios y de todos nosotros. Maria es la bendita entre todas las mujeres (cf. Lc 1,42), sin embargo toda mujer participa de su dignidad en el plano Divino.
Para San Pablo, la mujer desempeñó un papel fundamental en la formación y edificación de las primeras comunidades cristianas, y valoro su esfuerzo para una efectiva evangelización a favor de estas comunidades.. Nunca dudó en demostrar, a lo largo de su vida, con palabras y gestos llenos de amor y aceptación, no solo que la mujer es la compañera que el Señor quiso para el hombre, sino que es portadora de cualidades que son propias de ellas, consideradas como autentico patrimonio para la Iglesia y para toda la humanidad en la construcción del reino de Dios.

Para la Iglesia, la mujer no es superior ni inferior; es igual al hombre. Como él, es una criatura de Dios que ha recibido unos dones particulares y complementarios que tiene que desarrollar. El Papa Juan Pablo II bien expresó que “es dándose a los otros en la vida diaria como la mujer descubre la vocación profunda de su vida”; ella que quizá más aún que el hombre ve al hombre, porque lo ve con el corazón, lo ve en su grandeza y en sus límites, y trata de acercarse a él y servirle de ayuda. De este modo se realiza en la historia de la humanidad el plan fundamental del Creador e incesantemente viene a la luz, en la variedad de vocaciones, la belleza-no solamente física, sino sobre todo espiritual-con que Dios a dotado desde el principio a la criatura humana y especialmente a la mujer” (Carta a las mujeres, 12).



CELEBRACIÓN DEL DÍA DE LA MUJER EN FRATERNIDAD



El 8 de marzo de 2016, un grupo de laicos nos reunimos en casa de María Margarita Viñas de la Hoz, en compañía de las Hermanas de la Presentación Colegio Nuestra Señora de Lourdes, para celebrar el Día de la Mujer, aunque todos los días debemos dar gracias a Dios, por nuestra condición de mujeres privilegiadas por su Misericordia. 

Hicimos una oración al inicio, intercambiamos detalles y experiencias de familia, salud, trabajo... compartimos una merienda y estrechamos lazos fraternos. 
A todas se les dio una rosa roja como símbolo de AMOR
















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